lunes, octubre 31, 2016

El gran error de la rendición ideológica al independentismo

Mientras el no-independentismo pretende mantenerse “cediendo” al independentismo, el independentismo ha crecido difundiendo sin respiro su ideología, hasta hacerla pasar como “la realidad”, en lugar de "cediendo" al adversario. La ideología que fundamenta al  independentismo/nacionalismo ya no es ideología, sino hechos. Así la “nación”, la “lengua propia”, el “dret a decidir” y todas sus categorías no son discutibles, porque las hacen aparecer como premisas “reales” y no meramente ideológicas. 

Si el independentismo ha crecido monopolizando el discurso público, la mayor parte del no-independentismo pretende frenarlo “contentándolo” dándole precisamente más posibilidades de monopolizar aún más ese discurso público, y garantizándole sus premisas como realidades. Para reducir al independentismo lo que se necesita es justo lo contrario (y es lo que ellos han hecho para crecer) Es plantarle cara ideológica, crear un relato lejos de sus premisas, no dejar ni una de sus falsas premisas sin respuesta. Y difusión; que los argumentos de un no-nacionalismo cívico lleguen hasta el último de los catalanes. Es justo lo contrario de lo que se ha hecho siempre. Se ha dejado al nacionalismo siempre campo abierto para difundir sus tesis sin réplica. Y no se ha creado un relato respuesta (en especial en lo identitario, que es su gran talón de Aquiles, como demuestran al haber crecido justo al disimularlo).

 Lo más cercano a esta creación de relato se ha hecho desde Ciutadans, Y que apareciese este discurso contrario, aunque muy poco difundido, ha sido el mayor golpe que se ha llevado el nacionalismo en décadas. Sin embargo ahora C's, más centrado en su acceso al poder central, ha dejado esta lucha semi-abandonada. Y el no-independentismo pretende frenar al independentismo de la forma que les es más fácil, cediendo en lo identitario en lugar de en lo económico-social. El resultado será evidente; mayor crecimiento para el independentismo y lograr por fin esa mayoría social que siempre desearon.

miércoles, abril 13, 2016

Atacar la Constitución utilizando demagógicamente la pobreza energética.

El independentismo no pierde oportunidad para demonizar a la Constitución. Curioso, porque ellos se llaman así mismos “demócratas” y es precisamente la Constitución la que nos convierte en democracia y les permite a ellos poder hacer libremente esa demonización. Pero lo último es de nota. 

Se culpa al Tribunal Constitucional de permitir cortes de luz a familias en riesgo de exclusión social al anular la ley catalana que lo impedía. Está muy bien, de no ser que;

Primero, en Andalucía y Madrid hay leyes que garantizan lo mismo, y son plenamente constitucionales. ¿Por qué? Porque son leyes de carácter social y no de ámbito enérgético (sobre lo que las comunidades no tienen competencias). Exacto, lo que hizo en realidad la Generalitat fue una ley con “obsolescencia programada”, es decir, una ley no para que fuese cumplida (porque sabían que legislaban donde no tienen competencias) sino para que fuese declarada anti-constitucional. Y eso, precisamente, para después poder montar todo este show victimista contra la maligna e insensible Constitución y España que va “contra los pobres catalanes”, cuando el problema no está en el contenido (evitar los cortes de luz) sino en que la Generalitat lo intenta hacer con un procedimiento incorrecto que obliga al TC a anularlo.

Segundo, la ley anulada (cosas de la lentitud del TC), ya no tenía vigor. Es decir, es la propia Generalitat la que dejó sin vigor esa (modificación) de ley 22/2010 al ser sustituida por la 24/2015 en el Parlament, que sí es plenamente constitucional, pero que a pesar de las reclamaciones de la oposición no-independentista, el Govern de JxSí se niega a desplegar. 

Pero si tanto interés tienen en la pobreza energética y no es simple simulación, la manera más sencilla sería permitir mediante apoyo o abstención que salga adelante el pacto PSOE-Ciudadanos, uno de cuyos puntos es precisamente el de evitar los cortes de luz a familias vulnerables, pero esta vez aplicable a todos los pobres españoles (y no sólo a los de una zona) y, además totalmente constitucional, pues no invade competencias que no se tienen.

domingo, marzo 06, 2016

Vindicación del apelativo "charnego" como identidad lingüístico-cultural

El nacionalismo quiere hacer desaparecer la palabra "charnego" porque evidencia el carácter típicamente etnicista de su ideología. Pero en realidad la sustituyen por otras de iguales connotaciones como son "colono", "inmigrante", "español" o "no-integrado", pero que tienen la ventaja de que NO otorgan "identidad" o al menos no una "identidad" con un valor intrínseco, sino al contrario, como una identidad a medio hacer (ver lo que decía Pujol sobre los "inmigrantes" en su juventud, es lo mismo, pero sin explicitación) una identidad perniciosa que se realizará como auténtica identidad sólo cuando deje de existir, cuando se pase de "inmigrante no integrado" a "català".

Así, "charnego" define una identidad, una forma de ser catalán, que el nacionalismo quiere que desaparezca, sobre la que pretende una "asimilación". La reacción en el pasado ante esta realidad identitario-cultural era el insulto (xarnego!) pero se han dado cuenta de que es más rentable el silencio hacer ver que no existe esa forma de ser catalán, para así ir asimilándola hasta su extinción.

Es por ello que yo reclamo la recuperación de la palabra "charnego", para devolvérsela al nacionalismo como un boomerang, invirtiendo su connotación de insulto a algo de lo que sentirse orgulloso, y ya así, visibilizar una identidad valiosa por sí misma: Soy charnego y estoy orgulloso  de serlo y de seguir siéndolo y me refiero a la acepción de "charnego" que más odia el nacionalismo y provocaba su insulto; la de una condición cultural y lingüística. Y no quiero que los charnegos entendidos de ese modo (como "forma de ser" e identidad cultural) desaparezcamos de Cataluña. "Charnegos" esa forma que toma la cultura en castellano con su propia identidad y especificidad en Cataluña y en ningún otro lugar.