martes, octubre 14, 2008

El final del bilingüísmo

DESTINO: CATALUNYA MONOLINGÜE. (VI)

Cuando se lanza una campaña que pretende modificar los comportamientos de los ciudadanos lo mínimo que se ha de explicar es cuál es el fin que se persigue.

Si lo que se persigue es que cualquier catalán pueda vivir "plenament en català" la campaña se debería enfocar claramente a potenciar el respeto a cualquier opción e intentar anular cualquier género de "obligación moral lingüística tácita" por cualquiera de las partes. Ello supone también que la campaña destacase como igualmente respetable y legítimo la opción por "vivir plenamente en castellano". Esta sería la opción por la convivencia de las diferentes identidades en el respeto y la comprensión.

Pero si lo que se quiere es que todos los catalanes hagamos del catalán nuestra lengua de expresión habitual, que es lo que Carod-Rovira da a entender, ello supone una coacción moral sobre los castellano-parlantes, y una exigencia a estos por parte de los catalano-parlantes que se vean influenciados por dicho pensamiento. Supone un peligro para la cohesión social en Catalunya y de llegar a tener éxito supone la desaparición del bilingüísmo en Catalunya. Y esto por un mecanismo muy sencillo. Si ante el encuentro de dos personas que se pueden expresar habitualmente en las dos lengua, por mucho que una de ellas tenga el castellano como "propio", lo moral (y lo acostumbrado, por cierto) es el uso por parte de ambos del catalán y no del castellano, una vez que toda la población se pueda expresar mínimamente en catalán, ya no habrá nadie que utilice el castellano en Catalunya. El castellano entonces pasará a ser una segunda lengua (como pueda serlo el inglés) útil sólo para viajar fuera de Catalunya. Todos los niños tendrán entonces el catalán como lengua materna.

Con el tiempo el uso del castellano será tan poco habitual como pueda serlo el francés o el inglés. Y el nivel de expresión será por lo tanto similar. Estaremos hablando de una Catalunya monolingüe con gente que sabe más o menos idiomas a un peor o mejor nivel. Es fácil entender que el paso de los años convertirá a nuestra peculiar sociedad en idéntica a cualquier otra monolingüe de nuestro entorno. La Normalització se habrá consumado. Los viejos cánticos del nacionalismo, glosando el bilingüísmo, se habrán olvidado. De hecho cada vez más rehuyen de este concepto incluso hoy.

La pervivencia del bilingüísmo necesita, necesariamente, de dos grupos lingüísticos diferenciados. Esto no supone ningún riesgo para la "cohesión" de la sociedad, si es aceptado por todos con mutuo respeto y ambos grupos no son "colectivos" diferenciados sino un sólo colectivo con prácticas lingüísticas diversas, y la prueba está en la sociedad catalana de hoy. Tener una identidad lingüística diferenciada no supone mayor problema (cuando ambos entienden ambas lenguas) que tener identidades religiosas, sexuales, o de cualquier otro tipo diferentes. Cada uno tiene la suya y el único riesgo es instaurar la intolerancia hacia una de ellas.

Si lo que se pretende es eso que digo, que todos seamos "catalano-parlantes" en "la calle" debería anunciarse claramente y no engañar a la sociedad. Pero claro, algo así no puede ser directamente enunciado, al menos por un partido como el PSC-PSOE que corre con el riesgo de perder en el trance a toda su masa de votantes. No es tan difícil para ERC que puede expresarlo, aunque lo haga de forma más o menos velada para no llamar la atención de aquellos que no son sus votantes con un escándalo que deje demasiado a las claras su intención y movilice un frente imposible de detener.

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