viernes, junio 27, 2008

O Todo o Nada. Dividir en vez de sumar.

Sí, señor Ibarretxe. Sí divide quien pregunta.

Porque si una sociedad hay diversas afinidades sentimentales, preguntar para elegir o la una o la otra, asumir que no son lícitas ambas, es dividir. En una sociedad como la suya, proponer una alternativa en la que o se llevan toda la razón el 49% o se la lleva el 51%, pero sin posturas intermedias, es dividir.

O blanco o negro, o tú o yo. Eso es dividir.

El buen padre parte la tarta para los dos hijos, no la sortea o se la da entera al mayor. Si se quiere la convivencia se requieren
medidas intermedias, el Estado de la autonomías era una propuesta así, que se alejaba del centralismo pero sin caer en la separación total. Hay otras posiblidades, pero no pueden ser para contentar sólo a la mitad (si es que llegan) de la población. Es la falacia del falso dilema, no hay sólo dos posibles alternativas, hay miles.

Por algo los Referendums son las únicas formas de votación del pueblo que
también ejercen las dictaduras. Porque acaban con la pluralidad y la diversidad, acaban con los medios tonos, acaban con el acuerdo social. Es muy fácil plantear dilemas en los que uno siempre acaba ganando.

Señor Ibarretxe, no olvide una cosa. Su Pueblo, es
todo su Pueblo, no sólo el que le vota a usted.

jueves, junio 26, 2008

Contra el Manifiesto.

Lo siento. No puedo estar de acuerdo con el “Manifiesto”.

No se puede reproducir la misma arbitrariedad que achacamos al nacionalismo, ni que sea basada en criterios "pragmáticos" frente a los criterios esencialistas del nacionalismo.

Lo que no se puede hacer es promover una prioridad de una lengua sobre otra, bajo ningún concepto. Se quiera o no, eso ya implica desigualdad.

El punto 2 de las "Premisas", con el que convengo plenamente, no es coherente con el punto 1. ¿Nos referimos a lenguas o hablantes, a personas o a territorios?.
No estoy de acuerdo ya con el enunciado. ¿Qué es eso de la "lengua común"? Todo esto me suena demasiado a le "llengua de cohesió" nacionalista. No necesitamos malditas lenguas que nos cohesionen, ni lenguas comunes para unirnos. Nos ha de unir la idea de libertad máxima para todos y el respeto de las opciones de cada uno, elegidas así, libremente.

Y si un ciudadano, quiere vivir "plenament en català", sin usar en su vida una sóla palabra de esa "lengua común", que él no siente como tal, pues ahí está su derecho. La defensa del castellano (de los castellano-parlantes debería decir) se debe ejercitar porque nosotros también tenemos ese mismo derecho. En igualdad.

La única obligación debe estar en el conocimiento (ni que sea pasivo) de ambas lenguas por todos los catalanes, catalán y castellano, para que todos podamos ejercitar plenamente nuestro derecho a vivir "plenament en català" o "totalmente en castellano". Que todas las identidades sean compatibles e igual de dignas. Este conocimiento está claro, no se trata de un "Nivell C" o similar, sino simplemente el de comprensión básico, que ya se da de hecho en la inmensa mayoría de nuestra sociedad.

Por ello, nada de "asimetrías". Esto de "lengua común" me recuerda demasiado a lo de "llengua propia". Aunque haya de reconocer que el manifiesto reconoce muchísimo más a las lenguas co-oficiales (las llengues propies) que el nacionalismo (y la legislación catalana) reconoce al castellano.

Esta idea de "asimetría" no hace, creo además, ningún bien a la causa de los que luchamos por el reconocimiento del castellano en igualdad de condiciones con el catalán. Puede reflejar demasiado una imagen de que siempre una lengua ha de estar por encima de la otra. O la una o la otra. Y de ahí a la idea, demasiado común de que el castellano es "cosa de españoles" y el catalán "propio de catalanes". Yo quiero el reconocimiento de mi identidad, incluso en una posible Catalunya independiente. No lo pido como español, sino como catalán.

Las lenguas no necesitan ni merecen defensa, ni "Manifiestos". Los necesitamos los hablantes. Lo necesitamos, en especial, los castellano-parlantes catalanes. Lo necesita nuestra identidad, no reconocida como catalana por nuestras instituciones.

Tienen mi firma para ese futuro, espero, "Manifiesto".

Por la Igualdad.



Texto completo del Manifiesto

martes, junio 17, 2008

La renuncia a la propia identidad

Curioso que los más radicales nacionalistas afirmen que una prueba de que "los catalanes no discriminamos a los castellano-hablantes", es que "hasta hemos hecho President a uno". Claro, que esto lo dice un nacionalista que nunca votaría a Montilla, desde luego no le votaría si se expresase normalmente en castellano, (ni aunque también lo hiciera en catalán), pero muchos tampoco lo votarían ni así, renunciando a su cultura, su forma de ser, porque no es un català de socarrel que es el que cal para presidir una institución con tanto simbolismo nostrat como la Generalitat. Después de todo a Montilla no lo han votado los nacionalistas, nunca hubiese llegado a President de ser por ellos, sino básicamente, la Catalunya charnega" .

Y a pesar de todo; ¿Qué ha tenido que hacer Montilla para llegar a President? (Bueno, en realidad que tuvo que hacer hace mucho para ser alguien en política): Renunciar a su identidad como castellano-parlante. Apenas sabe hablar catalán y no puede hablar castellano más que para los medios de España ¿de qué se avergüenza? ¿Qué extraño tabú hay para que deje de hablarlo? Porque podría alternarlos. Pero no, acceder a ese puesto supone dejar de ser "catalán castellano-parlante".


Pero eso ya es discriminación, eso ya es intolerancia. No sirve esa excusa de que "tenemos un President charnego" si es al precio de dejar de serlo. Es como si un judío expulsado acusase a los Reyes Católicos de intolerancia religiosa y estos respondiesen :
"¿Intolerancia de qué? ¡¡Pero si no tenemos nada contra ti ni tu religión, si sólo te expulsamos porque no te conviertes al catolicismo!!"

La realidad es esa, Montilla es President a pesar de ser "charnego" pero al precio de no serlo culturalmente.

Si según el nacionalismo es tan importante la identidad y la cultura ¿por qué no lo es también la de los castellano-parlantes? ¿Es que lo nuestro no es cultura? ¿No vale? ¿Es una cultura de segunda?Es una cultura inferior?
¿A qué precio dejamos de estar perseguidos? ¡¡¡Al de dejar de ser lo que somos!!!

martes, junio 10, 2008

Patriotismo y Nacionalismo II

Para pasar primero por las debilidades de este "patriotismo" -aquel que desea lo mejor para su Nación, frente al nacionalismo que es aquel que considera que "lo mejor", es ya lo "propio" de su Nación.- el primer problema de este "querer lo bueno" para el propio país está en el límite de lo que consideramos "nuestro país". Cómo delimitemos nuestro país puede hacernos llevar a dar el ligero paso que nos lleva del patriotismo al nacionalismo. Cuando el límite no sólo es externo, es decir las "fronteras" establecidas internacionalmente, sino también interno, cuando colocamos "fronteras internas" que nos hacen discernir entre los "naturales" y los "extranjeros"o los "metecos".

Menos objetable es cuando esta frontera es simplemente "jurídica" (y en base a una norma jurídica que no se sustenta en la discriminación entre ciudadanos). Es un mal inevitable, que nos permite discernir entre, por ejemplo, el turista y el ciudadano. Y formaliza cuales son los derechos y las obligaciones exigibles a cada uno. Esta frontera jurídica, para ser legítima, ha de estar limpia de prejuicios costumbrista-culturales. Es decir, no pueden limitarse ni diferenciarse los derechos de un ciudadano por ser mujer, budista, homosexual, negro... o tener una cultura o costumbres diferentes. La decisión de si alguien es o no ciudadano no puede estar condicionada por esas u otras características de ese tipo.

Por ello es inadmisible cualquier "contrato de integración" como los que propugnan el PP o Convergència i Unió. El contrato sólo puede ser aquel que nos hace iguales, es decir la ley, pero también igualmente libres. No cabe un paso previo de homogeneización para ser admitido.

La otra frontera, la exterior, también es un mal (y no conviene olvidarlo) aunque un mal de momento inevitable. Pero aquí también yace otra debilidad de este "patriotismo". Creo que la tendencia debería ser la de diluir estas fronteras en lo posible -algo que la Unión Europea a conseguido en parte- de forma que las diferencias entre derechos y deberes de la ciudadanía sean las mínimas entre los ciudadanos de un Estado y otro. La necesidad de estas fronteras no debería servir de excusa para propugnar que "querer lo bueno" para el propio país está reñido con querer lo bueno para cualquier país, y tener una concepción darwinista de las relaciones entre países, según la cual hay una lucha por la supervivencia irremediable entre países, que los países son "lobos" para los países. Y que de lo que se trata es de "tomar ventaja" con el resto, con un espíritu competitivo, más que cooperativo, pues estaríamos cayendo de nuevo en el nacionalismo y olvidando que en el fondo no hay "países" sino "personas".

Este patriotismo de "querer lo mejor" para el propio país puede ser, así, virtuoso, siempre que no se considere "lo bueno" como lo bueno de una parte del país y no de todo el país y no se enfrente a "lo bueno" de otros países, sino que considere que lo bueno para mi país, (la libertad, igualdad y prosperidad de sus ciudadanos) es lo bueno para cualquier país.

Este patriotismo así entendido, creo que se puede identificar con lo que Habermas llama "Patriotismo constitucional". (nada que ver con el uso que hace el PP de este concepto) . Se trata de un patriotismo de izquierdas, progresista y post-nacional.

domingo, junio 08, 2008

Patriotismo y Nacionalismo I

Se ha dicho que lo que diferencia al nacionalismo del patriotismo es que mientras el patriota es aquel que desea lo mejor para su Nación, el nacionalista es aquel que considera que "lo bueno", simplemente, es lo propio de su Nación.

Siguiendo esta lógica se podría decir que hay un nacionalismo hasta cierto punto más "civilizado" (que no ciudadano) y sólo hasta cierto punto, que se autoafirma como "tolerante" y que vendría a decir que ese "lo bueno"es sólo relativo a cada país. No es un "bueno" absoluto, sino que cada Nación, cada cultura o tradición, tiene un "bueno" que le es propio y ese es respetable y debe ser aceptado por el resto de Naciones.

Este nacionalismo es hijo ideológico del "multiculturalismo comunitarista" aunque no debería confundirse con este. A cualquier estudioso serio del multiculturalismo le haría reír considerar los diferentes nacionalismos de la Europa occidental como "culturas" en el sentido en que se usa en las tesis "multiculturalistas". Sería un abuso semejante a aquel que se comete con la tesis del relativismo lingüístico de Sapir-Whorf según la cual, lenguas diferentes suponen visiones de la realidad diferentes.

Los límites y deficiencias de esta vieja teoría han sido más que suficientemente discutidos, pero lo que conviene recordar, al hilo de lo que hablábamos, es que a los efectos de su teoría el mismo Whorf había aclarado que debíamos entender que se trataba de una misma lengua, ya no todas las lenguas romances (como el castellano y el catalán) sino el conjunto de lenguas indoeuropeas. (Los estudios de Whorf están realizados comparando la categorización del inglés con las categorías de los indios Hopi).

Yo que tengo una desconfianza natural en aquellos que se auto-denominan "patriotas" pues pienso que generalmente el "patriotismo" es la columna que suele edificar el nacionalista para esconderse detrás, y aún sin olvidar sus peligros, no puedo sino reconocer las ventajas del patriotismo así entendido -como el que quiere lo mejor para su nación- frente al nacionalismo -el que declara que lo bueno es lo propio de su nación-.

Pues lo "propio" de la Nación, siempre viene a coincidir con lo "propio" del nacionalista, en lugar de con "lo propio" de todos sus ciudadanos, de forma que se utiliza esta vulgar falacia para imponer "lo bueno" para algunos, a todos, limitando la libertad (que cuando es para todos si coincide con "lo bueno") de cada individuo a elegir que es "lo bueno" para sí mismo con total autonomía.


viernes, junio 06, 2008

Cumplir con la palabra dada

El TSJC ha sentenciado que la Generalitat está obligada a habilitar una casilla en las hojas de preinscripción escolar para que los padres puedan elegir el idioma de escolarización de sus hijos.

Que nadie se altere. Es la tercera vez que pasa, y sistemáticamente la Generalitat ha hecho caso omiso de estas sentencias. O sea, todo sigue igual.

¿O esta vez no? Confiamos en que esta es una perfecta oportunidad para que Zapatero, el Presidente del Gobierno, cumpla una de sus promesas electorales. (Y recordemos que este es el Presidente al que votó una mayoría de los catalanes).

"Yo le aseguro..., tiene mi compromiso y mi apoyo de que haría todo lo posible, todo lo que mis competencias me permitieran para que su hijo tenga el derecho a tener el apoyo necesario para estudiar EN CASTELLANO".


11 de Febrero de 2008 (Periodo electoral de las Elecciones Generales 08)


Fuente

lunes, junio 02, 2008

"Identidades" es el Plural de Identidad.

No se puede hablar de "Identidad Nacional" en singular.
Naturalmente no se puede hablar de "la identidad española" si con esto no somos capaces de entender que la "identidad" la conforman "identidades" diversas. Es algo que el nacionalismo catalán descubrió muy pronto. Y lo afirmó sobre la base de la lengua. Pero entonces también es absurdo hablar de "identidad catalana" en singular cuando se sabe que al menos la mitad de los catalanes tenemos como lengua propia precisamente aquella que les permitió afirmar la diferencia respecto al resto de España.


No es posible negar que se pueda hablar de "identidad española" en singular porque "ellos" hablan castellano y "nosotros" catalán, y seguidamente hablar de una "identidad catalana" negando que la misma dualidad persiste a nivel de Catalunya y aún muchísimo más profunda, pues aquí la mitad de los catalanes somos castellano-parlantes. (porcentaje mucho más alto que el de catalano-parlantes en España).

Mientras no haya un reconocimiento de esta pluralidad de forma que se vea reflejada en el día a día de las instituciones catalanas, la denuncia de que las instituciones españolas no reflejan suficientemente la pluralidad del Estado quedará como una grotesca y ridícula paradoja.