viernes, diciembre 29, 2006

Civilizaciones; Entre choques y alianzas

Si miedo dan los filósofos cuando les da por ejercitarse en la praxis política, cuando un político se mete a filósofo y empieza a teorizar es para echar a correr directamente.
El caso reciente es el de Zapatero y su "Alianza de civilizaciones". Ya sé, no soy tan ingenuo como para creer que cualquier idea que expresa un político la ha pensado él (la mitad salen de un gabinete de teóricos). Pero si la idea no es originalmente suya, o de otro político práctico, desde luego hace toda la pinta. Y esto sobretodo, porque más que de concepto tiene forma de titular periodístico, que es como suelen "argumentar" los políticos.

Se nos propone la idea de "Alianza de civilizaciones" como defensa ante el "Choque de civilizaciones" de Huntington. La idea queda muy progre (titular periodístico perfecto). Pero así, formulada sin más, no sólo descuida explicar cómo, si existen Civilizaciones y son como Huntington las describe, será posible conseguir y sobretodo mantener alianzas duraderas entre ellas (y no simples pactos coyunturales). Es que además acepta como presupuesto implícito la tesis más débil del teórico del "choque", a saber: Que las dichosas Civilizaciones tienen una existencia material y no se trata de nebulosos entes teóricos con una realidad más o menos vaga.
La presunción es doblemente peligrosa. Primero porque, como digo, no debilita sino refuerza las tesis de Huntington.
Segundo, porque el término "civilización" margina a todos aquellos individuos que no respondan a los aspectos que las definan.
No se dan civilizaciones como masas homogéneas de hombres. Primero porque aunque se imaginan unas formas puras estas nunca responden a la diversidad de darse cada cultura. Hablamos de "mundo islámico" sin más, pero no es lo mismo un islamista de Indonesia, uno del Chad, Bangladesh, Malasia o del Líbano... Pero estas diferencias, grupales, son lo de menos. El mundo no se organiza en siete u ocho "civilizaciones",(puedan o no pactar entre ellas) pero tampoco en veinte ni treinta. La diversidad cultural es indeterminable.
Y los individuos que conforman esta diversidad tampoco son uniformes. La composición de cada grupo, por pequeño que este sea, es siempre mucho más plural de lo que una simple definición de rasgos pueda dar a entender. La distinción de Deleuze entre lo molar y lo molecular puede iluminar este aspecto.
Se dice; en Occidente hay una importante descreencia religiosa, pero se ha de entender que también hay miles de personas con un gran fervor religioso. Se dice; en los países islámicos tienen fe en el profeta Mahoma, y sin embargo también hay miles de agnósticos y ateos.
Son sólo ejemplos, esto vale para cualquier característica que utilicemos como definidora de una "civilización".
Si se da una "Alianza" será favorecedora de los atributos distintivos que sean privilegiados por los representantes de cada parte. Los aspectos más "laicos" o neutrales de cada cultura serán relegados o perderán peso.
Además cada negociador, cada parte, participará en el diálogo en defensa de sus intereses culturales y no por constituir una esfera común a todos para facilitar la convivencia de las diferencias. El "Otro", el diferente, el disidente, el disconforme es de nuevo expulsado a los márgenes.
"Alianza" es un eufemismo, de lo que se trata es de un "Pacto".

Resultado: El triunfo de un mundo donde lo que prevalece es la "Racionalidad estratégica" frente a una comunidad habermasiana de diálogo.
Una vez más, frente a la fuerza del mejor argumento, avanza el argumento del más fuerte.

Que los dioses, si es que existen, nos protejan de las alianzas de los humanos.

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